lunes, 7 de mayo de 2012

Quédate conmigo: Capítulo 7.


- Y para concluir…-tragué saliva con dificultad- fue la mejor madre que nadie hubiera podido tener. Te quiero, mamá.
Cerré los ojos, mientras 30 personas aplaudían. Los abrí, y los miré a cada uno de ellos. Rostros tristes, rostros que fingían tristeza, por puro compromiso, rostros de niños pequeños aburridos, que no sabían que pintaban ahí, y miles más. Después de esos rostros, estaban el de mi hermana y Ryan, mi…novio. Suspiré, y coloqué la rosa roja sobre el ataúd.
Si, ya habían pasado tres días desde la muerte de mi madre, y aún no habíamos encontrado pistas que nos llevaran a dar con el paradero de mi asqueroso padre.
Después de todo el paripé del entierro (en mi opinión, no era necesario, pero mi familia siempre había sido muy cristiana), mi hermana, Ryan y yo fuimos a una cafetería cercana a desayunar, o al menos intentarlo.
Desayunamos completamente en silencio, ni una palabra, miradas agachadas mirando fijamente hacia la mesa.
-          Mmmm…Haven, dime, ¿cómo lo hacemos? –rompí el hielo.
-          ¿Cómo hacemos qué? – parecía despistada.
-          Encontrar a papá, y hacerle pagar por todo esto.
-          Oh no, no, no – negó con la cabeza.- A mi no me metas en esto, Connie. La venganza es cosa tuya.
-          ¿Perdona? Haven, por si no lo sabes, ese hombre mató a nuestra madre. – no daba crédito a lo que habían escuchado mis oídos.
-          Tal vez no lo hubiera hecho si ella no hubiera sido tan pu-le di una cachetada, antes de que pudiera finalizar. - ¿ERES TONTA? – Se levantó de la mesa, colocando una mano sobre su mejilla.
-          Tú si que eres tonta, ¡¿cómo mierda puedes decir eso de nuestra madre, estúpida?! – Grité.
Toda la gente se había girado a escuchar nuestra conversación, y ver nuestra pelea.
-          Chicas, parad, no merece la pena. – Ryan se puso en medio, abriendo los brazos, para controlarnos.
-          ¡Porque es la verdad! Mamá era una puta.
Le di otra cachetada, llorando.
-          No repitas eso.
-          Era una PUTA. – repitió, enfatizando.
La cogí del pelo con una mano, mientras la sujetaba con la otra. Sujetó mis manos con ambas suyas, para separarme. Un señor la cogió en brazos y la alejó de mí. Ryan me sujetó fuertemente por la cintura. Se fue llorando.
-          ¡Y no vuelvas, gilipollas, por que te juro que te mato! – Grité tirándole un zapato de tacón.
Ryan me sujetó fuerte por los hombros, agitándome y haciéndome entrar en razón.
- Connie, es tu hermana, ¿no te das cuenta? Por no poder controlarte, ahora estamos solos en esto.  – le abracé fuerte y cerré los ojos, descargando toda mi furia en mis lágrimas, que no dejaron de salir en un par de horas.
 ¿Sabéis? Me parece increíble como el curso de la vida puede cambiar en tan solo 3 días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario