Cogí mi móvil y marqué el número de mi hermana, pero estaba
apagado. Me desesperé, pensé rápidamente a quién podría llamar, y a mi mente
solo vino un nombre. “Ryan.” Susurré. Me apresuré a marcar su número.
- ¿Connie? – Contestó.
- Ryan, necesito que vengas a mi casa. – Supliqué como pude,
entre sollozos.
- Claro, ya voy, pero dime que estás bien, por favor. – Su
voz se notaba más alterada.
- Si, tranquilo, pero ven ya.
Lancé el teléfono en el sofá, y fui en busca de mi madre.
Había dejado de llorar. Cogí una manta y la arropé como pude, secando sus
lágrimas. Me desviaba la mirada cada vez que intentaba entablar contacto visual
con ella. Sujeté su mentón, obligándola a mirarme a los ojos.
- Mamá, todo esto va a acabar, pero necesito que me cuentes
todo, ¿entiendes? Todo. – Dije, acentuando “todo”. – En ese momento llamaron a
la puerta. – Ya vengo, ¿si? – Abrí la puerta corriendo. Y vi sus ojos, allí
estaba él, acudiendo en mi ayuda. Sus ojos se entornaron en mis manos,
manchadas de sangre, y mi respiración agitada. Me abrazó.
- ¿Qué ha pasado?
Le cogí la mano, y cerré la puerta. Le conduje hasta mi
madre, la cual estaba quedándose dormida.
- Mi padre…mi padre le ha hecho esto. – Expliqué, impidiendo
que las lágrimas volvieran a brotar por mis sonrojadas mejillas, a causa de la
alteración. Él me abrazó, y me besó en la frente,
- Tranquila, pequeña.
- Él…estaba mal, borracho, se volvió loco y…-explicó mi
madre, incorporándose en la conversación, -y…y…y supongo que la pagó conmigo,
puesto que no tenía nada más cerca. Esto…no es nada nuevo, hija, lo hace a
menudo.
- ¿Y por qué coño no me habías dicho nada? ¿Por qué
permitías que te hiciera esto, mamá?
Se llevó la mano al pecho. Me fijé. Le desgarré la camisa, y
vi que tenía una herida profunda junto al corazón.
- ¿Qué mierda es esta mamá? Yo te juro que lo mato, esto no
es posible, no. – Me cubrí la cara con las manos.
- Por mi ya no puedes hacer nada. – Sonrió y cogió mi mano.
– Pero por tu hermana y por ti si. Podéis salvar vuestras vidas. – Comenzó a
toser muy fuerte. Sentia como su vida se escapaba de entre mis manos, y no
podía hacer nada.- Te quiero. – Susurró, y cerró los ojos.
- ¡No! ¡No! ¡No, mierda, no! – Grité entre lágrimas y
jadeos. – Mierda mamá, por favor vuelve, tienes que hacer esto por Haven y por
mi…mamá vuelve por favor. – Volví a cubrir mi rostro con mis manos, ahogando
mis lágrimas y negando descontroladamente con la cabeza.
- Dios, Connie…- susurró Ryan- Dios. – Se agachó y me
abrazó. Abrazo que correspondí, ya que no me quedaban fuerzas para hacer otra
cosa. Acariciaba despacio mi pelo, intentando relajarme.
Me levanté y golpeé
la pared con una fuerte patada.
- ¡Juro que lo mato! – Grité. – Ese hombre no saldrá impune
de esta.
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